por oaky Mar Dic 27, 2011 10:14 am
Doc, Groo, Ayla y yo al rededor de una pequeña mesa de café. las respectivas infuciones, ya bebidas. Pero quien concita la atención es el último amaretti remanente, que resiste en solitario cual baluarte medieval, apertrechado en su austero platito blanco.
El ambiente se tensa, nadie quiere hacer el primer movimiento, pero de seguro ante el mínimo atino de alguno, los otros tres se lanzaran furiosos al ataque, como en las viejas películas del Oeste.
Debo estar atento, debo leer en los otros tres pares de ojos las sendas estrategias para apoderarse del amaretti superviviente. Debo anticipar los movimientos.
A veces flaqueo y a punto estoy de caer en la tentación, y así como así, extender mi mano y alzarme con el botín, pero no puedo despojar a mi dignidad de los delicados atuendos de la elegancia.
Necesito relajar el clima que se cierne en las riberas de esta mesa de café. Compartiré con mis contertulios el inmortal Discurso de San Crispín, pronunciado por Enrique V en la obra homónima de Shakespeare.
Después, veré.
WESTMORELAND
¡Ójala tuviéramos aquí ahora
Aunque fuera diez mil de aquellos hombres que en Inglaterra
Están hoy ociosos!
REY ENRIQUE V
¿Quién pide eso?
¿Mi primo Westmoreland? No, mi buen primo:
Si hemos de morir, ya somos bastantes
Para causar una pérdida a nuestro país; y si hemos de vivir,
Cuantos menos hombres seamos, mayor será nuestra porción de honor.
¡Dios lo quiera! te lo ruego, no desees un solo hombre más.
Por Júpiter, no codicio el oro,
Ni me importa quién se alimente a mi costa;
No me angustia si los hombres visten mis ropas;
Esos asuntos externos no ocupan mis deseos:
Pero si es pecado codiciar el honor,
Soy la más pecadora de las almas vivientes.
No, creeme, primo, no desees un solo hombre de Inglaterra:
¡Paz de Dios! no perdería un honor tan grande
Como el que un solo hombre creo que me arrebataría
por lo que más deseo. ¡Oh, no pidas uno solo más!
Proclama, en cambio, Westmoreland, por mi ejército,
Que el que no tenga estómago para esta pelea,
Que parta; se redactará su pasaporte
Y se pondrán coronas para el viático en su bolsa:
No quisiéramos morir en compañía de un hombre
Que teme morir en nuestra compañía.
Este día es la fiesta de Crispiniano:
El que sobreviva a este día y vuelva sano a casa,
Se pondrá de puntillas cuando se nombre este día,
Y se enorgullecerá ante el nombre de Crispiniano.
El que sobreviva a este día, y llegue a una edad avanzada,
Agasajará a sus vecinos en la víspera de la fiesta,
Y dirá: ´Mañana es San Crispiniano´.
Entonces se alzará la manga y mostrará sus cicatrices
Y dirá, ´Esta heridas recibí el día de Crispín´.
Los viejos olvidan: y todo se olvidará,
Pero élrecordará con ventaja
Qué hazañas realizó en ese día: entonces recordará nuestros nombres.
Familares en sus labios como palabras cotidianas
Harry el rey, Bedford y Exeter,
Warwick y Talbot, Salisbury y Gloucester,
Se recordarán como si fuera ayer entre sus jarras llenas.
El buen hombre contará esta historia a su hijo;
Y nunca pasará Crispín Crispiniano,
Desde este día hasta el fin del mundo,
Sin que nosotros seamos recordados con él;
Nosotros pocos, nosotros felizmente pocos, nosotros, una banda de hermanos;
Porque el que hoy derrame su sangre conmigo
Será mi hermano; por vil que sea,
Este día ennoblecerá su condición:
Y los gentileshombres que están ahora en la cama en Inglaterra
Se considerarán malditos por no haber estado aquí,
Y tendrán su virilidad en poco cuando hable alguno
Que luchara con nosotros el día de San Crispín.