Historia en tres palabras...

Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente

Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente, y se olvidaron

Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente, y se olvidaron de seguir jugando

Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente, y se olvidaron de seguir jugando, se acercaron a

Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente, y se olvidaron de seguir jugando, se acercaron a la niña y

Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente, y se olvidaron de seguir jugando, se acercaron a la niña y le saludaron, pero

Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente, y se olvidaron de seguir jugando, se acercaron a la niña y le saludaron, pero ella no respondió

Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente, y se olvidaron de seguir jugando, se acercaron a la niña y le saludaron, pero ella no respondió, siempre estaba pensando

Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente, y se olvidaron de seguir jugando, se acercaron a la niña y le saludaron, pero ella no respondió, siempre estaba pensando en llegar a

Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente, y se olvidaron de seguir jugando, se acercaron a la niña y le saludaron, pero ella no respondió, siempre estaba pensando en llegar a la convención de

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Había una vez un oso chiquito. Tenia tres hermanitos, que les encantaba ir a comer grosellas al bosque y jugar con un travieso hurón, con el cual trepaban a los árboles de moras, y desde alli se divertían tirando bellotas desde un buen escondite que enojaba mucho a las comadrejas que buscaban comida para llevarle a sus hambrientitos hijitos que esperaban impacientes poder llenar el estomaguito. Una tarde soleada, los ositos chiquititos estaban aburridos y empezaron a jugar a las escondidas. Uno de ellos, el más revoltoso tuvo la idea de ir a molestar a un leñador gruñón que tenía cara de pocos amigos. Pero en el camino una niña rubia apareció de repente, y se olvidaron de seguir jugando, se acercaron a la niña y le saludaron, pero ella no respondió, siempre estaba pensando en llegar a la convención de los leñadores gruñones, era su única oportunidad porque su